En un jueves lleno de expectación, el 17 de febrero de 1983, Acapulco se convirtió en el escenario de la visita real más memorable. La Reina Isabel II de Inglaterra, acompañada por su esposo Felipe de Edimburgo, aterrizó en el puerto para ser recibida por el presidente Miguel de la Madrid Hurtado y su esposa Paloma Cordero de De la Madrid, marcando un hito en la historia del destino turístico mexicano.

Desde el aeropuerto hasta la Base Naval de Icacos, donde se ofreció un convite con la destacada participación de la chef Susana Palazuelos Rozensweig, la reina experimentó la hospitalidad y la riqueza culinaria de Acapulco.

La travesía en el autobús descapotado desde la base naval hasta el Fuerte de San Diego se convirtió en un acontecimiento inolvidable. A pesar de la multitud que se agolpaba a lo largo de la costera, la reina y su esposo saludaron a la gente con entusiasmo, celebrando la euforia que su presencia generaba.

Sin embargo, un episodio inesperado marcó el recorrido cuando el paso a desnivel del Parque Papagayo presentó un desafío. Los periodistas locales alertaron sobre el riesgo de chocar contra el techo del paso a desnivel, instando a todos a agacharse. Esta intervención salvadora se volvió parte de la anécdota histórica.

La visita al Fuerte de San Diego ofreció a la reina una vista impresionante de la bahía de Acapulco, dejándola maravillada ante la magnificencia del paisaje. La pequeña plazoleta del fuerte se convirtió en el escenario de un acontecimiento inesperado cuando una ráfaga de viento juguetón levantó la falda de la princesa Diana, aunque la censura gubernamental evitó que esta escena se difundiera.

La jornada concluyó con un coctel a bordo del HMY Britannia, donde se reunieron periodistas nacionales e internacionales. Aunque la prensa local fue relegada en ciertos momentos, la visita real dejó una huella imborrable en la historia de Acapulco y en la memoria de quienes presenciaron aquel día excepcional.

Nota: La Plaza de la Heroica Escuela Naval Militar no fue visitada durante ese viaje, desmintiendo la creencia popular actual. La fotografía captura a los barones di Portanova en la plazoleta del Fuerte de San Diego durante la visita de la reina.