Alberto Barney Catalán (1era. parte)
Por: Víctor Manuel Jiménez Mora.
PIONERO TURÍSTICO DE ACAPULCO
Con amplia y sincera sonrisa, unas arrugas de felicidad por lo vivido, que enaltecen su rostro, Beto Barney es un personaje de la historia de Acapulco, un libro que abarca sesenta años del puerto, siendo el pionero de su vida nocturna.
Predecesor de los noches rutilantes en el puerto y quizá ejemplo a seguir por quienes años después habrían de convertirse en amos de la noche como Teddy Stauffer, Armando Sotres, Aarón Fux, Miguel Torres, Tony Rullán y Oscar Bustos.
Alberto Barney Catalán es viva presencia del grato recuerdo, de la nostalgia agradable del Acapulco de los 50's y 60's.
El “Bum Bum” Club Caníbal, fue el despunte del inicio de la actividad turística de este destino. Durante doce años, se convirtió en el centro de reunión de lo más granado de la sociedad porteña, de selectos turistas, de estrellas del cine nacional y Hollywood. Estaba frente a la glorieta de Agustín Lara, el “Hotel de la Playa”, muy ventilado, tenía todo el frente abierto hacia el mar.
Un hombre de anécdotas, recuerda: “El nombre se me ocurrió a mí y tiene que ver con el sonido de los tambores de los nativos de las islas de las Antillas de influencia africana. Iba todo el mundo, sobre todo parejas. No faltaba el gobernador y el alcalde municipal del momento, incluso el presidente Miguel Alemán, “mi cuate”, llego a ir”.
Es parte de la historia de Acapulco. Trajo muchos artistas de Cuba, incluso a la Sonora Matancera. Ahí conoció a Fidel Castro. “Era chofer de camiones de carga y llevaba viajes a las costas y al regresar gustaba de ir al “Bum Bum”. De hecho, le daba oportunidad a pasar gratuitamente, pues no le alcanzaba con lo que ganaba, pero no imaginándome lo que sería más adelante para Cuba. De hecho, aquí fraguó su plan para su regreso a la “Bahía de Cochinos” en el año 58.
“Era un centro nocturno familiar, no era un cabaret propiamente. La primera variedad era a las doce del día y la segunda a las diez de la noche. No se permitía el acceso a hombres con parejas de ocasión. El maestro de ceremonias era el Che Marino. No había cover, era a consumo pero si de categoría”.
Club de playa con show, al mediodía la gente entraba en traje de baño. Tenía mesas de siete sillas y la capacidad era de cien personas, a lo máximo. Se cerraba a las cinco de la tarde y se volvía a abrir a las diez de la noche.
María Luisa y Avelina Landín, Nicolás Urcelay, Rosita Quintana, Andy Rusell, las hermanas Julián y Rosa de Castilla, artistas de prestigio de la época, que siguen siendo pauta para recordar una época que marcó Acapulco, tan es así que hasta la fecha se le menciona y recuerda.
Viajó a Río de Janeiro y en la playa de Copacabana, le brotó la idea de establecer un centro nocturno en Acapulco. Efectuó no menos de quince viajes a Cuba para traer orquestas.
Ha visto el acontecer de Acapulco. Rememora que Fidel Castro se hospedaba en un hotelito de Caleta e iba a ver la variedad y después llegó a saludarlo en La Habana. “Cuando tomó posesión estuve presente”, expresa ufano.
Casado desde hace décadas con la ex estrella del rock and roll, María Eugenia Rubio, cuyo éxito “Mi banco de escuela”, forma parte hit parade de la época, mantiene un matrimonio estable y feliz.
Con una vida de avatares: nació sietemesino, por accidente en Puebla, pues su padre José Alberto Barney Gómez, era militar, y como tal, no tenía domicilio fijo. Su madre, María Elena Catalán, originaria de Guerrero, lo registró en Chilpancingo un mes después.
A los 15 años llega a Acapulco, para no irse jamás, como él lo afirma, y contraviniendo el arraigado costumbrismo de su familia, en poco tiempo se integra al ambiente turístico, como mesero y cantinero y desde entonces se sembró en él un desbordante interés por destacar en un ámbito que apenas nacía en el puerto y que a partir de los 60`s detonaría como la industria sin chimeneas en el país.
Beto Barney se convirtió en un excelso promotor y relaciones públicas de Acapulco, cuando ambas actividades, tan de moda en los últimos años, ni siquiera existían como tales.
Todo se consolidó en su destino en 1946, cuando ingresó a trabajar como Cajero General al hotel “Casablanca” y luego el propietario, Alfredo Blumenthal, lo nombra gerente del “Beach Comber” y maestro de ceremonias del “Ciro´s”, selecto restaurant con presentaciones artísticas.
La germinación de su vocación se consolidó al abrir el “Copacabana”, un centro nocturno ubicado en la playa, frente al hotel “Playa Suave”, donde hoy se construye el “edificio inteligente”, en 1948.
Pese a tratarse de un conjunto de cabañas, cuyo los arrestos para contratar a los “Churumbeles de España” y orquestas como la de Luis Alcaraz.
Los hermanos Zavala, Amparo Montes, Evangelina Elizando, Ana María González, Alejandro Algara, las “Dolly Sister`s” y Juan Legido, Sonia López, Flor Silvestre, los Tres Ases, los Diamantes y los Tres Caballeros y orquestas como la de Ray Anthony, la Sonora Santan era, la de Pérez Prado y la de Enrique Jorrín, creadores del mambo y el chacha cha, respectivamente, han pasado, entre muchos otros, en los lugares de su creación.
Entre su clientela estuvieron los integrantes de la “Pandilla de Hollywood”: John Wayne, Errol Flyn, Jerry Lewis, Tyrone Power, y Johnny Weissmuller, el clásico “Tarzán”, incluso, comenta, Jhon Wayne lo bautizó como “The man of the four b`s”.
Es de resaltar que desde el “Bum Bum” se transmitían el programa “Alas, Mar y Estrellas” a través de la XEW, que duraba media hora y salía al aire a partir de las 11 y media de la noche, en vivo.
Beto Barney también abrió el “Bunga Bunga”, “El Varadero” y el “Rancho Grande”, de música vernácula, además de poner en servicio a “El Ave de Tahití”, primer barco con espectáculo en la bahía en tanto hacía un recorrido.
La vida nocturna de Acapulco, ahora, en nada es como la de antes, deplora Beto Barney.