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Germán Valdéz, con su entonces novia y después esposa Rosalía Julián en Acapulco.
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Tintán, La vida de un valeroso humano (3era. parte)
4 de noviembre de 2019
Germán Valdéz, con su entonces novia y después esposa Rosalía Julián en Acapulco.
Por:Víctor Manuel Jiménez Mora.

Prueba de su amor por Acapulco, fueron sus largas permanencias. Adquirió dos casas en Acapulco y pasaba muchas horas, a veces hasta días en el timón de su barco “Tintavento”, “haciendo comicidad” al barco presidencial que portaba el Estado mexicano, para pasear a diplomáticos y mandatarios internacionales, como lo hizo Adolfo López Mateos en el llamado “Sotavento”, en 1958.
Germán Valdéz, amaba la vida y su labor actoral. Era un creativo innato, sabia cantar, bailar, hacer reír, contagiar alegría y era amigo de todos los que se le acercaban.
Era noble, hasta bondadoso, buen hermano y un gran padre de familia. Se casó joven, sin embargo, el amor de su vida fue Rosalía Julián, con quien entre los dos, con gran esfuerzo, por atavíos de la vida, lograron consolidar su amor con dos hijos: Rosalía y Germán.
Era un hombre entre un millón. Acapulco se benefició enormemente con su presencia. Hombre y pachuco que existió desde 1915 hasta 1973. En su prolífica carrera produjo más de cien películas y doblajes para Walt Disney.

Aquella generación que lo veía en su Cadillac negro cuando arribaba a Acapulco, ya que se venía directo por la carretera 95 desde la Ciudad de México, conduciendo por poco más de ocho horas.

ANÉCDOTA DE ROSALIA VALDES (HIJA)
Un día a su regreso con la familia de Acapulco, Germán, vio un señor en la gasolinera de Chilpancingo, estaba tirado quejándose sin recibir ayuda. Al cargar gasolina le dijo a uno, que le pasaba, y solamente respondió que no sabía, que ya tenía rato quejándose. Se acercó, pero el afectado no podía hablar, pues decidió llevárselo a México y en el primer hospital lo entregó para que lo atendieran y pagó la operación. El resultado es que a ese hombre se le había reventado una ulcera y alcanzó a salvarse. Años después de la muerte de Tintan, la madre de ese hombre le llevó flores cada semana por cinco años, en agradecimiento por el gesto de haberle salvado la vida a su hijo.
El “Pachuco de Oro” era así. Lo invito estimado lector a ejercer grandes ejemplos con denuedo a favor de la paz. Tuvimos la presencia de este hombre que pasaba sus atardeceres en Acapulco, con sus amigos. Que no se guardó nada en el corazón.
Que todas sus películas son realmente un tesoro. Y que su sonrisa explosiva era grande como su bondad.
Siga viendo sus filmes, no parará de reír, no parará de conocer a un hombre que vivió la vida con valor, algo que se escasea en muchos, pero no claudicar en la mente de otros, para tener un Acapulco en balance total.
German Valdez “TINTAN”, nunca te olvidamos y hay que profesarle devoción para llenarnos el alma de su sonrisa y, que a pesar de las tragedias cotidianas, emanar su alegría al despertar cada mañana, cuando amanezca el sol.
Continuará en el mes de diciembre, con más fotos originales, más anécdotas y con más detalles, si Dios lo desea asì.
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