Una historia de un amor, que se consolida en Acapulco: Los Kennedy (2da. parte)
Disfrutaron la sorprendente vida del mar azul y gozaron del ambiente costeño que imperaba entonces en el puerto.
La llamada Riviera de las Américas, era el punto turístico de playa más afamado del mundo ya que contaba con selectos y confortables hoteles. Se hospedaron en el prestigioso hotel “Prado-Américas”, ubicado en la Península de Las Playas.
El puerto ya era refugio de grandes estrellas de Hollywood. Una época marcada por Errol Flynn, Johnny Weissmuller, el Tarzán más emblemático hasta la fecha, Rita Hayworth y Orson Welles, figuras mexicanas como Pedro Infante, Silvia Pinal y Germán Valdez “Tintán”, entre otros.
RELATO DE LA LUNA DE MIEL POR JAQUELINE
“Todo el día siguiente a nuestra noche de bodas, lo pasamos, también, en el “Waldorf-Astoria”. Y, en la tercera mañana, volamos a la Ciudad de México para, desde allí, seguir a Acapulco, el lugar que yo le había sugerido a Jack para pasar nuestra “luna de miel”.
Fueron unos días distintos; de expediciones de pesca del Pez Vela, en alta mar; sesiones mías agotadoras de esquí acuático, Jack conduciendo la motora a velocidades de vértigo; largos paseos a caballo; cenas en los mejores y más típicos restaurantes del puerto, seguidas de baile hasta bien entrado el amanecer en las terrazas de los mismos, cara al mar y a la luz de la luna con nuestras promesas, repetidas de amor y fidelidades mutuas”.
“En los atardeceres, en el jardín de la preciosa casa de campo en la que estábamos alojados –pertenecía y nos la había cedido, por esos días el ex presidente de México, Miguel Alemán, antiguo conocido de mi suegro-, nos contábamos nuestras vidas y lo que habían representado en las mismas, los años de infancia y juventud.
Avanzábamos con nuestros sueños que en un determinado momento y en aspectos concretos, habían ocurrido, de cierta manera paralelos y nos habíamos encontrado, donde cabía la probabilidad de que podía y debía ser, a partir de esos momentos de “luna de miel”, nuestro proyecto común. En el que, por descontado, habría unos hijos, nuestros hijos”... ¡Cuatro! ¡Seis! ¡Los que viniesen!, ¡Muchos! “Así transcurrió la quincena en Acapulco”... (Relato verídico en sus Memorias de Jaqueline Bouvier/1993)
La fuerza de un gigante como Acapulco, “Riviera de Las Américas”, título ostentado desde 1945, anida grandes recuerdos, mientras qu "El Libro de Oro de Acapulco”, ejerce su fuero para poner la historia que nos representa como madre y maestra, como una herencia social y amor por el puerto geográfico más hermoso de nuestro querido México
Finalmente, después de un decenio ella regresa a Acapulco, con su hermana e hijos, pero esa, es otra historia.